Sangre en Kaghdam By Gattsu
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Hola viajero, mi nombre es Angus, soy un pobre anciano que
me encuentro en Wolfenburgo, poco tengo que dejar a este mundo, poco excepto
mi relato sobre una batalla desconocida para muchos, quizás no me creas
y te comprendo ¿quién iba a creer a un viejo harapiento y borracho?
Pero te aseguro una cosa, todo esto es tan cierto como que Ulric existe joven
amigo.
Yo antes vivía en Middelheim, seguramente tu solo conozcas
a esta ciudad por los temidos caballeros del lobo blanco, pero eso no importa
ahora. Hace muchos años que abandoné mi patria para emprender
lo que iba a ser una fácil lucha por la conquista de Kaghdam, una ciudad
vecina de Kislev, te preguntarás que tendré que ver yo con Kislev,
pues bien, hay una sencilla respuesta para eso. Los malditos Kislevitas habían
pedido ayuda a Middelheim para librar la batalla, no es que Middelheim y Kislev
sean ciudades aliadas, pero los guerreros sobraban en mi ciudad y al sucio conde
elector de mi patria no le costo nada enviar dos regimientos de caballeros del
lobo blanco, como vosotros los llamáis. Yo trabajaba como escudero de
uno de esos caballeros así que el destino quiso que fuera su acompañante
hasta Kislev, no fue una dura travesía pero si larga.
Cuando llegamos a Kislev busqué una buena posada en la que pasar los
días hasta que la batalla acabara para luego regresar con mi amo, así
que me dispuse a ello. Las calles de Kislev eran como las de cualquier ciudad
del imperio, mendigos, mercaderes, tabernas, furcias que te lanzaban besos desde
todas las esquinas... no me costo mucho encontrar una posada, entré y
pedí habitación. El posadero me miró con desconfianza,
me preguntó que hacia aquí y le conté mi historia. Cuando
nombré la ciudad de Kaghdam su rostro se volvió pálido
y agarró un medallón que tenia colgado del cuello:
- Kagh... ¿Kaghdam dices?.. – preguntó.
- En efecto, ¿Qué sucede?
El posadero empezó a reír descaradamente y se volvió hacia
el cuadro con las llaves que tenia a su espalda, cogió la 3º y me
la dió. Subí a mi habitación, deshice mi equipaje y me
tumbé en la cama, aun era pronto para dormir, pero no para descansar.
Empezaba a anochecer cuando un guerrero enfundado en una armadura abrió
la puerta de una patada, desenfundó su espada y me dio un golpe en la
cabeza con el mango de esta. Cuando desperté me hallaba en un patio de
lo que parecía una fortaleza, miré hacia mis vestimentas, ¿Qué
hacia esa cota de malla en mi pecho? ¿Y que hacia esa ballesta oxidada
tirada al lado de mí? A mi derecha había muchos más ciudadanos
vestidos como yo pero la cosa cambió cuando dirigí mi mirada hacia
la izquierda, caballeros, cañones, lanceros, alabarderos, espadachines...
Muchísimos soldados estaban perfectamente agrupados ¿qué
hacia un ejercito tan grande para lo que iba a ser una campaña tan fácil?
Pero lo peor de todo era: ¿qué hacia yo, un simple escudero, en
ese ejercito? Mientras me hacia esas preguntas alguien se asomó a la
ventana del castillo que tenia a mi espalda, supuse que se trataba del general
del ejercito y dirigió unas palabras hacia nosotros.
- Kislevitas! Hoy daremos fin a Kaghdam, esa ciudad poblada por malditos guerreros
siervos de la oscuridad vera su fin. No nos podemos permitir que la corrupción
del caos llegue incluso a ciudades que están a menos de mil pasos de
aquí, por todos nosotros es sabido que el poder del caos no conoce distancias
y que debemos dar fin a todo lo que muestre signos de su corrupción.
Los habitantes de esa ciudad son antiguos amigos del imperio, elfos los llamábamos
hace decenas de años, pero estos no son lo que los libros históricos
nos describen, nuestros ciudadanos afirman haber visto a alguno de estos seres
raptar a Kislevitas para ofrecérselos a sus dioses en un baño
de sangre, además sus cabellos y su pelaje es más oscura de lo
que nosotros recordábamos. Solo os deseo suerte en la batalla y que vuestros
dioses os protejan.-Con un saludo el viejo general se retiro, resultaba obvio
que un anciano como el no iba a tomar parte en la batalla.
Ahora lo entendía todo, había sido reclutado para formar parte
de la milicia que iba a hacer frente a un ejercito de elfos.. ¡Elfos!.
El miedo invadió mi cuerpo, mi abuelo me contaba historias sobre estos
magníficos guerreros que lucharon en la gran guerra contra el caos, pero
estos parecían distintos, adoradores del caos debían de ser si
el reino Kislevita estaba interesado en su destrucción.
Apenas me di levantado los milicianos de mí alrededor comenzaron a formar
regimientos, yo me introduje en las filas traseras del regimiento de ballesteros,
poco después comenzamos a avanzar hacia Kaghdam. Mire a los soldados
que me rodeaban, algunos lloraban, otros se lamentaban de su mala suerte y otros
simplemente pedían a su Dios que cuidara de sus familias, tras una larga
caminata nos detuvimos en un extenso campo. Un soldado venia corriendo hacia
nosotros mientras gritaba “¡Se acercan! ¡ Ya llegan! “,
Vi como los soldados cargaban sus ballestas, yo lo intente pero aquello era
más difícil de lo que parecía así que desistí
y tire mi ballesta al suelo. Desenfunde mi espada corta y me prepare para el
combate.
Al cabo de uno segundos cientos de siluetas se dejaban ver en aquella noche,
el capitán mando disparar los cañones y toda nuestra artillería,
mis compañeros de regimiento dispararon. Una ráfaga de saetas
cruzo el campo dirigiéndose hacia los oscuros, pero fue inútil
ya que aun estaban demasiado lejos. De repente oí ruidos en la maleza
que tenia a mi derecha, mire asustado hacia mi derecha y vi como media docena
de guerreros cubiertos de extrañas capas diseñadas para el camuflaje
saltaban hacia nosotros, no me dio ni tiempo para avisar a mis compañeros,
solo corrí hasta refugiarme entre dos piedras, desde allí pude
ver como esos guerreros atravesaban la cota de malla de los ballesteros con
sus espadas como si de mantequilla se tratase, gritos, sangre y luego calma,
en cuestión de segundos aquellos elfos habían acabado con un grupo
de hombres que los superaba ampliamente en numero. Cuando terminaron volvieron
a la maleza con el mismo sigilo que habían llegado. Aquel ataque sirvió
de desencadenante para que uno de los capitanes del ejercito imperial ordenara
la carga, los elfos ya estaban lo suficientemente cerca para distinguir las
unidades, vi como una unidad de espadachines cargaba contra una unidad de unos
extraños personajes cubierto con lo que parecían escamas de Dragón,
la masacre fue total, solo unos pocos elfos cayeron y todo el regimiento humano
fue aniquilado, si, como lo oyes, aniquilado... ¡un ejercito de espadachines,
una de nuestras mas hábiles unidades destruida! Aquellos extraños
guerreros parecían poseídos por el más hábil de
los demonios, eran rápidos y certeros y las espadas eran inútiles
contra ellos ya que las escamas de su capa los protegían contra cualquier
ataque...
No creía lo que estaba viendo, aquellos seres, que años mas tarde
supe que los llamaban Elfos oscuros eran extraordinarios guerreros, eran mucho
más hábiles de lo que cualquier humano puede imaginar... pero
la batalla no acabo ahí amigo, aun había mas sangre que derramar.
Desde mi cobarde posición tenia una excelente visión del campo
de batalla. Vi como una unidad de caballeros del lobo caía a manos de
unos guerreros montados en monstruos devoradores de hombres, gélidos
los llamaban, también vi como unas extrañas mujeres, bellas, pálidas
y con largas melenas cargaban furiosas contra una unidad de lanceros, aquellas
mujeres disfrutaban de cada muerte, de cada mutilación, de cada chorro
de sangre que salpicaba su cuerpo. Se movían, como todos los elfos, con
una rapidez increíble, movimientos gráciles y bellos, sus manos
agarraban extrañas dagas que brillaban a la luz de la luna. Nunca una
carnicería se me había hecho tan bella. Aparté mi mirada
de aquella batalla para ver si las cosas iban mejor. A lo lejos pude distinguir
como una unidad de caballería Kislevita derrotaba sin problemas a una
unidad de lanceros elfos, pude apreciar como una bala de cañón
caía sobre una unidad de ballesteros acabando, prácticamente,
con ella. Después de eso oí un grito, y vi como un artillero del
gran cañón caía de rodillas con una profunda herida en
su cuello de la que salía sangre a gran presión, pude ver como
se alejaban de la escena 4 de los guerreros que acabaron con mi regimiento.
Las cosas iban de mal en peor, los Gélidos montados por astutos elfos
oscuros causaban estragos entre nuestra caballería, aunque ellos también
recibían bajas importantes. Las bellas elfas sedientas de sangre parecían
no saciarse y ahora estaban terminando de aniquilar una de nuestras unidades
de milicia, un cañón tenia problemas con su mecanismo y quedo
totalmente inutilizado.
Sólo quedaba nuestra unidad de elite por excelencia para defender nuestro
orgullo, los temidos Grandes espaderos, dirigidos por el capitán. Los
elfos ya respiraban con aire victorioso y empezaron a retirar las unidades hacia
su hogar, las elfas estaban más interesadas en buscar supervivientes
entre los cadáveres que en la batalla, supongo que para realizar los
sacrificios de los que el General nos había hablado antes de la masacre.
Los grandes espaderos cargaron con furia hacia una unidad de unos extraños
guerreros, armados con grandes espadas y armaduras doradas, verdugos los llamaba
el capitán que parecía más informado sobre esta raza que
el resto de la plebe. Era una batalla equilibrada, los verdugos eran hábiles
pero sus armaduras eran mucho inferiores a las nuestras por lo que caían
muertos con mas frecuencia, parecía que la batalla se decantaba a nuestro
favor pero los elfos guardaban una sorpresa entre sus filas. Un extraño
personaje encapuchado, con una capa negra y con unas cuchillas en las manos
salto desde el centro de la unidad hasta la fila de combate ¿Cómo
podía haber pasado desapercibido hasta ese momento? Eso no importaba
ahora, el asesino empezó a derramar sangre como quien corta el pan. Sus
cuchillas cercenaban cabezas, mutilaban miembros y atravesaban la impecable
armadura de placas imperial con una facilidad tremenda. El portador de la muerte
giraba mientras clavaba sus armas en los pechos de los soldados imperiales,
se movía con tal rapidez que ni la sangre manchaba su atuendo. Incluso
mató a nuestro capitán de un corte seco en el cuello. Al contemplar
esa escena los soldados que aun quedaban vivos comenzaron a huir, pero no fue
difícil para los verdugos cojerlos y darles muerte.
La batalla había acabado, los guerreros Imperiales habían sido
derrotados. Los escasos supervivientes eran atados de pies y manos y llevados
por las Elfas hacia Ulric sabe dónde. Tuve suerte, mi cobardía
se vio recompensada, no me habían visto y podía escapar. Eso hice,
me metí en los bosques y corrí durante días hasta llegar
a esta ciudad, Wolfenburgo.
Han pasado muchos años desde aquella batalla y aun no pude volver a Middelheim,
creo que nunca lo podré hacer. Es un viaje imposible para un anciano
como yo, por eso viajero, te pido que lleves esta carta a mi familia si alguna
vez pasas por mi ciudad. Que Ulric te proteja.
El viajero dejó impresionado la posada y montó a lomos de su corcel,
Angus rió levemente antes de pedir otra jarra de cerveza al tabernero.
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FIN
Nota del Autor:
Y si.. yo tb me pregunto ke hace una colonia de elfos oscuros en kislev xDD,
supon ke se cruzaron los desiertos a pie . |